Nipplepot
Nipplepot es lo mismo que David Perreko y Dea Woon Kang. Asienta las bases del des-concierto sonovisual, de la estroboscopía ruidérrima, la transparencia celofánica y el movimiento continuo a través de un paisaje heterogéneo compuesto por las múltiples facciones estéticas en lucha dentro de las mentes de sus componentes. Negociar constantemente con previstas intervenciones de casualidades, caprichos y errores es la principal fuente de excitación.
David Perreko es autodidacta en los campos de la música y la fotografía, dedicado a la experimentación y la improvisación desde hace 6 años, interesado también por el arte visual con poca o nula tecnología y el uso de materiales de deshecho.
Dea Woon Kang es un artista surcoreano que vive y trabaja en Tenerife. Estudia Artes Plásticas en la Escuela de Bellas Artes de Angers, Francia. Tras dedicarse a la vídeo-creación, dibujo, a escultura y a la fotografía, en la actualidad se consagra principalmente a las artes escénicas e instalaciones insitu. Su trabajo se caracteriza por el deseo de salir de los formatos de proyección tradicionales y de jugar con las distintas relaciones que se pueden establecer entre elementos visuales y espaciales. Se traduce principalmente en performances audiovisuales, cartografías en 3D, instalaciones, juegos de iluminación y escenografías. Las realizaciones, a menudo insitu, están fuertemente influidas por cuestiones ligadas al propio emplazamiento de las mismas.
TIMELINE
Un trabajo basado en la interacción entre sonoridades, movimiento y luz, y sus posibles transferencias al ámbito plástico , cinematográfico y tecnológico, abordado todo desde las ópticas bien diferenciadas de los dos componentes de Nipplepot. Una visión calculada, coreografiada y analítica se complementa y fusiona con un discurso sonoro de mínima pauta, dotado de elementos imprevistos, accidentes que modularán su tesitura, y a la vez embriagándose del desarrollo visual.
«Timeline» se retroproyecta de manera analógica y manual sobre una atípica pantalla de 300X40 cm, con linternas LED que arrancan sombras y deformadas perspectivas de una instalación de elementos translúcidos de variadas geometrías, que confieren a la pieza, junto al cortante y en ocasiones hiriente espectro de frecuencias audibles, un talante industrial, serializado, mecánico, pero con un componente orgánico que culmina acentuándose con un cambio de temperatura lumínica que producirá a su vez la última transferencia, sobre la propia pantalla donde todo acontece, quedando impresa en ella una «fotografía» de lo acontecido.