Daniel Abreu
Natural de Tenerife, es licenciado en Psicología, bailarín, coreógrafo y director de su propia compañía que nace en el año 2004.
Ha trabajado como intérprete en varias compañías de danza y teatro de España, así como varias colaboraciones como intérprete y asistente de creación.
– PREMIO NACIONAL DE DANZA 2014 en la categoría de creación.
– Premio a la Mejor Dirección en el INDIFESTIVAL 2010 por el trabajo Los zuecos van hacia sus buenos hábitos.
– Premio del Jurado del XVIII Certamen Coreográfico de Madrid junto a Mónica García por Y eso que no me Dejaban Ver Dallas.
– Premio a un Bailarín Sobresaliente en el XVIII Certamen Coreográfico de Madrid, con una beca para el American Dance Festival.
Premio al Bailarín Más Destacado del IV Certamen Coreográfico de Maspalomas.
Ha realizado más de cincuenta trabajos coreográficos que han sido presentados en varios países de Europa, Asia y América. Además ha realizado coreografías de encargo para Fattoria Vittadini (Milán, 2016), TenerifeDanzaLab (Tenerife, 2015), 10&10 Danza (Madrid,2014), Zagreb Dance Company (Zagreb 2013), Proyecto Titoyaya (Valencia, 2010), Zawirowania Dance Theater Company (Polonia, 2010), Cía. de Danza Nómadas (Tenerife, 2007 y 2009), entre otros.
Varios de sus trabajos han sido seleccionados para el Circuito de la Red de Teatros
Alternativos y Aerowaves en 2009 y 2011.
Ha realizado colaboraciones de distinta vertiente con Provisional Danza, Matarile Teatro, Accidentes Artísticos de la Fundición de Bilbao o el programa de residencia de la Casa Encendida (2009), junto a talleres de danza y creación para compañías de danza y teatro a nivel nacional e internacional.
CABEZA
El trabajo surge desde el concepto de construcción-destrucción. Un lugar de comienzo y al mismo tiempo de fin; un lugar de identidad como presencia y forma de las cosas, o simplemente todo lo contrario.
Nace desde una grieta, un extraño paisaje provocado por un golpe, que nos para y nos hace observar el cerebro desde fuera.
El trabajo plantea las fantasías y las realidades de un torrente de energía fuerte, donde la lógica pierde sentido, y lo congruente pasa a ser, mirar el mundo para ver cómo se mueve.
Desde el mundo de la simbología muchas veces agresiva y otras tantas bella y casi religiosa. La fisicalidad es el motivo, y los últimos años tan variables, han desembocado en lo que ahora expreso desde el vacío. Lo que la rapidez del cuerpo pide y es capaz de expresar.
En este trabajo tan físico he sido todo lo mental que podía ser.